Efectos de la Justicia


Sin duda que las acciones que desde Estados Unidos ponen en el escenario a connotados políticos, empresarios y señores de la droga en Honduras, nos impacta a todos, porque aunque la mención de varios de ellos en operaciones irregulares era del conocimiento público, nunca imaginamos ni en sueños que podrían ser tocados por la justicia.

Me preguntarán ¿Porqué? Porque en Honduras el sistema de justicia estuvo listo siempre para defender a los de "Poder", a los que avalaban los nombramientos de jueces, magistrados o fiscales. Porque la justicia estaba lista pero para actuar en contra de los pobres, de los indefensos, pero para el Señor, el Don, la Doña o el funcionario, la justicia no actuaba.

Por eso al conocer las acusacones contra por ejemplo expresidentes, funcionarios de cuello blanco, empresarios, o señores que crecieron por el poder que adquirieron con la droga, nos quedamos con la boca abierta porque antes era impensable imaginar que la justicia podía alcanzarlos. Pero tuvieron que darse esos señalamientos desde Estados Unidos. La justicia hondureña solo actuó cuando las vinculaciones eran inminentes, el soporte investigativo no daba lugar a dudas, no había forma de evadir una orden de captura, congelamiento de cuentas o incautación de bienes. Sino fuera la justicia gringa, los señores de "cuello blanco" continuarían operando a sus anchas.

El piso comenzó a moverse, el paraíso se terminó para muchos, las movidas chuecas parecen llegar a su fin, porque Estados Unidos no se anda con cuentos y con los que resulten culpables no le temblará la mano para sancionar su actuar.

Esas sanciones eran un mal necesario. La ambición convirtió al país en una hacienda, en la mina de oro que por años volvió ricos a muchos. Se generó impunidad y la política se volvió en el atractivo principal para incursionar y desde allí obtener el poder, el control para facilitar operaciones, para corromper lo que estuviera a su alcance y en el período del gobierno de turno, obtener los fondos para asegurar una vida de lujos y ostentaciones.

Mientras ellos se servían el banquete, el pueblo soporta los embates de medidas económicas fuertes. Una desaceleración de la economía, el impacto en los bolsillos, donde el empleo parece un imposible y sobrevivir un reto. Muchos están con las barbas en remojo, preocupados viendo como poco a poco empieza a caer la torre de impunidad. No cabe duda que preocupan todos esos movimientos que desde la tierra del tío Sam se generan. Nos llevará un tiempo para que el país se reacomode por la senda de transparencia, compromiso y voluntad para hacer las cosas bien.

No sé si será una Cicih, o qué varita mágica generará el alto a la corrupción.. Lo que se busca es devolver la confianza, creer en nuestro sistema. Depurar en Honduras es a todo nivel, no solo los operadores de justicia, es todo el estamento estatal, para que estemos convencidos que nuestros impuestos se invierten en las necesidades prioritarias de un pueblo que ha sido muy paciente, benevolente con todos los gobiernos, donde algunos funcionarios sin conciencia dilapidaron los recursos en diferentes áreas.

Los escándalos de corrupción son solo el efecto del dejar hacer, dejar pasar. De la piñata que significó tener el poder. La hora de las verdades ha comenzado, la hora de desnudar toda esa realidad de la ambición desmedida llegó. El desfile de acusados inició y a lo mejor seguiremos sorprendiéndonos de todos los que aún faltan que desfilen, pero no en una alfombra roja, sino en la alfombra de investigaciones transparentes que evidencian con tristeza cómo por años reinó la impunidad en Honduras.

La historia está escribiéndose con nuevos protagonistas y escenarios. Lástima que tuvo que venir otro país a decirle a Honduras lo qué debía hacer. Estados Unidos solo desnuda una realidad que muchos intuíamos, pero quizás no en las proporciones que develan las acusaciones que las cortes federales de Estados Unidos sustentan para acusar a los connacionales.

Ante el panorama solo esperamos que esta sea una lección, donde todos aprendamos de esta sacudida. Al final lo que cuenta es que se entienda que el compromiso de país es primero porque hay un pueblo cansado. Los hondureños buscan que sus gobernantes nos devuelvan la confianza y hagan lo que tengan que hacer, para entender que lo que nos importa a los hondureños es tener un empleo, seguridad, educación y salud.


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