¿Justos por pecadores?

No cabe duda que la sacudida que a su paso dejan las acciones de confiscación de bienes a las organizaciones que han sido señaladas por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos a través de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), como lavadores de activos vinculados al narcotráfico, no solo debilita a las personas o grupos, sino deja sin sus fuentes de ingresos a los empleados directos o indirectos que hoy quedaron sin trabajo.

Esos hondureños están a la deriva, sobrevivían de esas empresas y de la noche a la mañana quedaron sin empleo. Y no solo hablo por los que quedaron sin trabajo con las últimas acciones dirigidas a las empresas del grupo Continental, el golpe a los bolsillos comenzó a sentirse desde que se neutralizaron las operaciones de varios grupos señalados por Estados Unidos y cuyos activos les fueron incautados desde el 2014.

En diferentes zonas del país la economía se fue deprimiendo, la bonanza por la que pasaron por muchos años no solo los trabajadores de estos grupos, sino los negocios de los pequeños pueblos y ciudades hoy lo resienten.

No es raro entonces que en el análisis que realiza el Foro Social de la Deuda Externa (Fosdeh), advierta que en un 10% más crecerá el desempleo en Honduras. Ese impacto no solo sacude a las familias que dependían de estas organizaciones, sino que las repercusiones se reflejarán también en la disminución del consumo y frenará por consiguiente, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), tal como ya lo señala el investigador Rodulio Perdomo del Fosdeh.

Pero ese desempleo también es como el inicio de una migración forzada, porque si el Gobierno no plantea estrategias para que los hondureños encuentren alternativas para generar los ingresos, y sostener a sus familias, sobrarán excusas para buscar en Guatemala, México o Estados Unidos las oportunidades que no encuentran en Honduras, pese a los riesgos que signifique salir del país. 

Pero es que el sostenimiento de la economía con las bajas en la producción, en las exportaciones, la violencia, la corrupción y el incremento de impuestos ahoga y nadie se explicaba como antes había tanto circulante para que algunos lograran llevar un nivel de vida tan alto, si la mayoría teníamos que socarnos la faja para sobrevivir. 

Pero esa explicación al fenómeno de lo que ocurría en Honduras la planteó Edmundo Orellana, ex Fiscal General en Honduras, quien aseguró que la economía en el país se sostenía por el lavado de activos y el narcomenudeo.

"A puro lavado, a puro narcomenudeo se sospechaba que se sostenía la economía, porque no habían otros ingresos" dijo el ex fiscal a Hondudiario, una página digital en Honduras. Esas declaraciones solo confirmaron lo que todos en el país sabíamos y era como cuando se menciona que el mal se volvió necesario. Pero era un mal que al final, con los derroches, también dejó a su paso la estela de luto y dolor en miles de familias que perdieron a sus hijos, a un padre, una madre o hermano por la violencia que a su paso deja la actividad del narcotráfico.

Me preguntan varios extranjeros si extraditar, capturar y confiscar a los que han dirigido los grupos y neutralizar las acciones parará el narco? Que si eso cambiará el norte del país y si el Gobierno está preparado para hacerle frente a ese impacto que ya lesiona la economía de tantas familias. 

Y confieso que no sé qué responder, porque el país siempre ha estado apagando fuegos por todos lados y hay tantos problemas, tanta corrupción que el Presidente tiene grandes retos para lograr la confianza, la esperanza en un pueblo que ha sido siempre aguantador, pasivo y que hoy es testigo de una parte dura de la historia.

¿Que si son justos los que hoy pagan por pecadores?, claro que sí. Esas familias son las que hoy cargan con el peso de las acciones que en un momento generaron bonanza, que durante varios años paliaron el hambre de gente que nunca supo si el dinero que recibían era lícito o ilícito. El narco mantuvo familias. Con las capturas es evidente la depresión económica, fueron años donde no cabe duda reinó la impunidad. Bien lo señala Edmundo Orellana al decir: "Con la captura de los capos ha habido una reducción, eso quiere decir que todo ese período operó la impunidad del crimen organizado, del narcotráfico donde se involucraron todos aquellos que vieron un buen negocio y Estados Unidos está muy exigente en que nadie quede fuera de la aplicación de la ley"

Mientras esa ley se aplica en Honduras, ojalá que esta sacudida permita resurgir un país sólido, con propuestas de cambio, con oportunidades de trabajo. Honduras merece transparencia, donde las auditorías sociales sean reales, donde los financiamientos de campaña sean claros para que el pueblo conozca de dónde se obtienen los recursos para alcaldes, diputados y Presidente. 

Es necesario un compromiso para que las autoridades lleguen no pensando en cómo hacerse ricos en cuatro años, sino convencidos que ya es hora de darle a los hondureños el rostro de esa confianza, transparencia y justicia que por tanto tiempo hemos estado esperando. El reto está, la necesidad aflora y es hora de abrir los espacios para los que hoy no tienen como llevar el pan a sus familias, para que no emigren, para no delinquir y que confíen que hay suficientes razones para no dejar a sus familias ni al país que los vio nacer
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