Arte con cara de migrantes

Una de las obras elaboradas con artículos de los migrantes perdidos en el desierto.

Hace tres años recorrí el desierto de Arizona, fue un viaje para explorar el tortuoso camino que recorren nuestros migrantes para llegar a Estados Unidos. Fue para escribir una serie de reportajes para Diario LA PRENSA, el periódico donde laboro. La experiencia fue enriquecedora, sobre todo porque los días que pasamos entre Nogales Sonora y Nogales Arizona, conocí a varias personas que de forma voluntaria trabajan en favor de los indocumentados.

Parte de esos ángeles son los Samaritanos, hombres y mujeres norteamericanos que destinan de dos a tres días a la semana para apoyar el trabajo que se realiza en la casa del migrante bajo la iniciativa Kino en la frontera. En este lugar alimentan, visten y curan a los migrantes. Cuando escribo éstas líneas vienen a mi mente las imágenes de una Shura William, mujer todo corazón, que sonríe y es la que cura las heridas de los migrantes que vienen lesionados por el largo caminar. O el rostro de Debbie McCoullough, con quien recorrí el desierto y descubrí en ella su sensibilidad por esos hombres y  mujeres que buscan el sueño americano. 

Shura William, una de las samaritanas de los migrantes.


Debbie ha combinado sus dotes artísticos para crear verdaderas obras de arte con los zapatos, cepillos de dientes, latas, fotos, cartas, ropa, mochilas y otros objetos que recolecta en el desierto y que fueron dejados tirados por los indocumentados. Las piezas tienen un valor único, la inspiración de Debbie nace del sufrimiento de los que cruzan, de los sacrificios, de los riesgos y peligros a los que se enfrentan con el afán de reencontrarse con sus parientes o con la necesidad de buscar un empleo que en sus países de origen resultó difícil encontrar.

Oraciones, fotos, cartas parte de los objetos encontrados y que son representados en estas obras que elabora Debbie.

Varias son las obras que destacan, incluso un mapa, que está elaborado en tela y representa al Estado de Arizona. Su esposo Ed, un experto en cartografía ha sido su apoyo para ejemplificar la ruta, y sobre todo las muertes. En él colocó varios puntos rojos que en aquel momento, en el 2013, representaba los lugares donde fueron encontrados los cadáveres de migrantes que fallecieron entre el 2012 y 2013 en el desierto.

Hay incluso nombres de algunos de los fallecidos, otros solo están representados por un letrero con la leyenda de desconocido.  Otra de las obras elaboradas por las manos de Debbie es una muñeca que tiene un significado especial, simboliza la muerte de los hombres y mujeres en ese camino, donde el calor agobia, el camino parece no terminar y la vigilia es eterna para evitar que la migra los atrape en pleno cruce. La muñeca tiene una corona, elaborada por una de las latas encontradas en el camino y un rosario, que fue dejado tirado.

La conexión que Debbie da a sus obras es algo que impacta, son 10 años de servir, de internarse en los senderos, de dar agua al sediento y por eso su lucha con el arte con rostro de migrante busca sensibilizar por el mundo que no se puede ser indiferente ante una problemática que cada día aumenta, que cada día expone a miles y miles de indocumentados que en su mayoría huyen de sus países. Si tuvieramos varias Debbies y Shuras en el mundo, la vida sería diferente, se necesita tener esa sensibilidad para ponerse en los zapatos de los que parten, de los que se arriesgan y buscan solo ganarse la vida. 

No cabe duda que conocer a estos ángeles para mi ha sido de bendición. Ellas y otros más hacen más suave las penas a todos esos hombres, mujeres y niños que no quieren seguir en sus tierras, que ven en el país del norte una oportunidad, que salen por preservar su vida y que en medio de sus tragedias encuentran esa mano para socorrerlos en la dura prueba de cruzar el desierto.

Debbie McCullough sensibiliza con sus obras el tema migratorio en el desierto.

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